Por Nicolás Palma
Dice Bertrand de Jouvenel que el Poder se legitima a sí mismo a través de dos vías: Por un lado, a través del componente “altruista”, vale decir, cuando obra por el bien de las personas o al menos es percibido como que hace el bien. Y por otro lado está el componente de la fuerza: Uno no va a ir contra la ley sabiendo que puede haber represalias. La fuerza o capacidad coactiva, además, no solamente se expresa de forma física, sino que se transmite a través de simbología y trascendencia, de actos que van demostrando su capacidad de condicionar a la sociedad.
Realizando un rápido análisis de fuerzas en el escenario político chileno después del Octubre Negro, podemos observar que el Gobierno posee el enorme presupuesto del Estado, además de la ley a su favor, sin embargo, se ha visto completamente sobrepasado, pues los vándalos y pirómanos cuentan con la victoria en las subjetividades, en otras palabras, con “legitimidad social”, pues son gente que supuestamente lucha por el bien, y además poseen el componente coactivo, pues cualquier disidencia ha sido también aplacada, incluso de forma cuasi-lúdica, con tácticas de amedrentamiento en las calles -El que Baila Pasa-. Podemos decir que el Gobierno entonces tiene menos fuerza que la insurrección que intenta aplacar, ¿Cómo ha sido esto posible?
CRÓNICA DE UNA MUERTE ANUNCIADA
Volvamos al asunto del componente altruista de la legitimidad del Poder, ahí quizás cabe la principal razón de la elección de Sebastián Piñera. Esto pues la economía se había dañado con la pésima reforma tributaria del Gobierno anterior, además de su enorme irresponsabilidad en el ingreso irregular de inmigrantes, ambas cosas conjugaron un ambiente donde la Izquierda fue derrotada sin apelaciones, con una votación que fue sorprendentemente alta.
Entonces la gente esperaba que el Gobierno arreglara la economía y pusiera las cosas en orden, tal y como lo hacen los gobiernos de Derecha en el mundo. Desgraciadamente, esto fue justamente lo que no hizo. Desde un principio, el liderazgo fue errático, cuesta entender que un Gobierno de Derecha haya sacado adelante la ley de identidad de género, o haya declinado a bajar impuestos, o haya permitido el ingreso irregular de miles de inmigrantes desde Perú. Todas estas cosas, hablan de que la hoja de ruta propuesta fue un engaño, provocando decepción entre quienes esperaban algo distinto, misma gente que, por ende, le restó progresivamente su apoyo, siendo estos mismos quienes lo habían validado por vía del componente altruista de legitimación del Poder.
Por otra parte, y cabe aquí lo más grave, muchas de las medidas que sacó este Gobierno fueron de forma improvisada e incluso proyectos que la Izquierda tuitera puso en el tapete. Veamos un caso ilustrativo: Las 40 horas. Si bien es cierto que muchos dentro de la Derecha habían hablado de reducir la jornada laboral con anterioridad, este proyecto, en un contexto de baja productividad, debía rechazarse. En lugar de eso, el Gobierno decidió sacar su propio proyecto, legitimando la iniciativa de la diputada comunista Camila Vallejos, demostrando una falta de carácter e improvisación impresentables. Solamente una diputada fue capaz de doblegar toda la maquinaria comunicacional del Gobierno, con festival incluido.
Lo anterior le dejó a la Izquierda una enseñanza: Estaba frente a un Gobierno débil, sin hoja de ruta. Bastaba que presionara y conseguía lo que quería. Piñera y sus asesores podían estar sentados en La Moneda, pero nunca gobernaron realmente. El resultado de lo que pasó después fue simplemente este principio llevado al extremo: Bastaba con presionar y el Gobierno iba a ceder, como siempre lo había hecho, la única pregunta que queda es cómo se incubó esta debilidad.
LA DEBILIDAD DESMENUZADA
Existen muchas teorías acerca de la debilidad de la Derecha, un sistema a la medida que no los obligaba a esforzarse, ignorancia, cobardía, pero me aventuraré en una nueva: Carencia de principios. La política no es solamente el arte de gobernar, es el arte, ciencia y técnica que permiten ejercer el control y dirección del avance social. ¿Alguna vez la Derecha ha ejercido algún liderazgo en la evolución social? Y si no se tiene la iniciativa en el devenir histórico, ¿Cómo se pretende gobernar?
Haciendo una breve inspección de las ideologías que están en la Derecha, nos encontramos con flaquezas y lugares comunes. A modo de ejemplo, el gremialismo no sirve. Es iluso pretender que los cuerpos intermedios no se van a politizar, lo que hay que hacer es justamente lo contrario, politizarlos con los propios principios y, dado que en política espacio abandonado es espacio cedido, ahí tenemos a la CUT, el Colegio de Profesores, el Colegio Médico, el Colegio de Periodistas, todos en manos de comunistas o frenteamplistas. El gremialismo fue el que permitió ceder la sociedad civil a la Izquierda.
Lo otro que han intentado hacer en la Derecha es invertir en fundaciones liberales. Si bien el aporte de Axel Kaiser es destacable, desgraciadamente de esos lugares, poco que rescatar. Son absolutamente intrascendentes. A menudo su única acción política consiste en reunirse a tomar cervezas y comer canapés en el barrio alto y, lo que es peor, han contribuido al crecimiento del neofeminismo, sin el cual la revolución en curso no habría llegado al barrio alto. Cabe preguntarse cuánto dinero habrán desperdiciado en charlas sobre los peligros de la “ultraderecha”, en una carencia de diagnóstico político irrisorio. Literalmente vivían en otro mundo, tenían prioridades de alguien que está en una burbuja.
Por otra parte y volviendo a lo ideológico, el liberalismo propone la neutralidad: No hay verdades finales, cada uno tiene su visión de mundo. Esto en el fondo es entrar perdiendo al campo de batalla, porque donde no hay verdades, el otro las termina imponiendo, eso fue lo que hizo la Izquierda.
De los otros grupos poco y nada. Los cristianos, sin referentes y en plena decadencia, sin problemas ellos se suman a propuestas económicas insensatas de la Izquierda. Los nacionalistas, a menudo coquetean con propuestas y discursos neochavistas.
La debilidad doctrinaria anteriormente descrita luego se refleja en los pseudo-líderes de ChileVamos, quienes a cada rato nos sorprenden con su ingenuidad y su habilidad de tomar las banderas de la Izquierda. Personajes como Ossandón o Lavín, carentes de toda inteligencia, pavimentan el camino para que nadie quiera estar de este bando. Y es que la Derecha se acostumbró a ser siempre reactiva, nunca tuvo proyecto histórico, luego la Izquierda se apropió de la cosmovisión y las consciencias de las personas, les entregó un sentido de identidad. Al final, la Derecha se transformó simplemente, en lo que se opone a algo. Se transformó en la nada. La nada utilitarista. En los que “administran bien”, mientras los sueños los tienen en frente.
¿QUE HACER?
Es muy probable que el acuerdo constitucional que salga del próximo plebiscito sea nefasto. Esto pues los anarquistas van a presionar constantemente con que no quieren nada, y la Izquierda institucional va a tener una derechita entregada a aceptar lo que sea con tal de mantener sus cuotas de Poder.
Debemos pensar en trabajar para recuperar el país en los próximos 20 o 30 años, entendiendo que la política, es más que estar sentados en La Moneda y buscar ganar elecciones. Se debe buscar crear doctrina, cosmovisión, copar y saturar con mensajes propios por todas partes, crear música, arte, simbología. Solo entonces podemos esperar algo distinto que estar siempre aterrados al avance de la Izquierda. Deberían ser ellos los que teman que nosotros avancemos y pasemos por sobre los quórums.
En este reordenamiento, es clave entender que la Elite derechista, aquella ligada al piñerismo, debe ser erradicada por completo. Ellos fueron los responsables de este desastre. Durante décadas se preocuparon solamente de ganar dinero, el cual sacan del país al primer problema. Ellos nos abandonarían a nuestra suerte y nos dejarían a nuestra suerte a manos de violentos insurrectos. Por lo tanto deben ser removidos, las bases sociales de Derecha deben echarlos. Tenemos que generar una revolución interna en el sector, fraccionarlo, para que de una vez por todas despierten. El camino es largo.
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