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Libertarios vs nacionalistas: un análisis post-debate

Por Nicolás Palma


Para quienes orbitamos en la periferia de los medios de comunicación, el debate entre el presidente del Partido Libertario (Alvaro Concha) y el secretario general del Partido Social Patriota (Pedro Kuntsmann) resultaba bastante interesante. Por diversas razones, ambas posturas ideológicas no se encuentran representadas por el sistema de partidos tradicionales ni por el mainstream de los medios de comunicación, cuyo sesgo es cada vez más notorio, y de hecho a menudo tachan a estos movimientos dentro de la amalgama que es bautizada como “ultraderecha”, a pesar de tener muchas diferencias entre sí.


Vamos a analizar los puntos de unión y de separación entre ambos movimientos.



Críticas nacionalistas a los libertarios


Pedro Kuntsmann tuvo un par de críticas para analizar, especialmente cuando se abordaron temas relacionados a la agenda “valórica-moral”. En primer término señaló que los libertarios rechazan el concepto de sociedad y el concepto de familia, vale decir defenderían una especie de individualismo atomizante donde cosas como los matrimonios o las adopciones, cuyas implicancias sociales son importantes, serían irrelevantes según esta visión para los libertarios, pues sólo les interesaría la dimensión económica de los problemas sociales, y vender drogas al lado de un colegio por ejemplo, sería aceptable según este marco de pensamiento.


Lo primero que habría que decir con esta crítica es que ser libertario no es lo mismo que ser amoral. Entendido el libertarismo como la búsqueda de limitación del Poder y como un código jurídico que sistemáticamente busca defender la propiedad, la libertad y la vida de los individuos, buscar despenalizar ciertas cosas no es lo mismo que adherir necesariamente a un código moral progresista que suele llevarlas adelante. Por ejemplo, buscar privatizar el matrimonio, es decir, sacar al Estado del tutelaje de contratos entre individuos, no es lo mismo que adherir a la agenda progresista que busca deconstruir y subvertir el concepto de familia. Uno puede querer que se abra la opción legalmente para parejas del mismo sexo de hacer contratos de patrimonio, al mismo tiempo se puede apoyar que la familia tradicional culturalmente debe ser la más valorada por la sociedad, pues se trata de un tema ajeno al Estado el definir valoraciones vía contratos. Ambas cosas no son contradictorias entre sí.


Esta crítica es interesante pues es cierto que muchos libertarios se pierden en esto y reducen todo su diagnóstico a la parte económica, o bien apoyan causas progresistas que abiertamente buscan limitar libertades (como el Lobby LGBT que lucha por restringir la libertad de expresión). Declararse “ni de Izquierda ni de Derecha” está bien sólo si tienes claras las agendas políticas y sus trasfondos ideológicos, de otra forma es superficialidad en el análisis. Es un error creer que ser libertario consiste en ser “abierto de mente” y aceptar cualquier cosa sin juzgar nada para no ser diagnosticado con alguna fobia por el guerrero social de turno. En este sentido se debe entender el caso del jardín infantil con expendio de drogas en cuanto a que se debería condenar moralmente. Un libertario debería buscar que a nivel local sea la comunidad la que decida cómo tratar con esos casos en lugar del Estado desde Santiago para evitar arbitrariedades, pues podría pasar a llevar la soberanía de las personas de definir sus barrios.


Las familias, y las comunidades, constituyen la primera barrera de defensa del individuo frente al Estado, el individualismo está bien cuando se trata de resguardar derechos individuales de las personas como a través de la igualdad ante la ley, pero no cuando se expande y se cree que cada individuo es una isla moral. Estos puntos se deben tomar en cuenta para posteriores debates pues es una crítica recurrente y un error en el que suelen caer los liberales de centro con su relativismo moral, cosa que sin embargo, el Partido Libertario ha hecho esfuerzos por tratar [1].


Críticas libertarias a los nacionalistas


Un aspecto interesante de la propuesta de los nacionalistas era su idea de “Estado Nacional”, que es opuesto al “Estado actual” pues lucha por los chilenos y no por las multinacionales u otros intereses ajenos. Este punto fue intensamente criticado por Alvaro Concha, cuando se abordó el caso de las empresas estatales o los “Derechos Sociales”.


Qué implica exactamente este “Estado Nacional” y cómo diferenciarlo en la práctica de un Estado peronista o chavista? Hay que considerar que en la actualidad hay importantes ideólogos nacionalistas en Europa, como Alexander Dugin, quienes directamente defienden el reivindicar una Latinoamérica antiliberal siguiendo los lineamientos del proyecto chavista [2].


Un ejemplo de lo anterior es el Frente Nacional de Marine Le Pen, que dentro de sus propuestas considera el crear empresas estatales, fuertes aranceles y estatizaciones de la economía como parte de su plan económico, en una agenda que hace recordar a la sustitución de importaciones del siglo XX.


Volviendo a Chile, ¿Cómo lograr este “Estado Nacional” en el contexto actual donde las oficinas burocráticas están repletas de personas que tienen intereses propios? No queda claro cómo lograría el PSP cambiar el Estado actual y realizar una cirugía mayor, si al mismo tiempo desea generar una sinergia entre todos los grupos sociales dentro de la nación lo cual evidentemente requiere del actuar estatal, sobre todo considerando la fuerte presencia de gente a la que no le interesa en lo absoluto la nación más que cobrar el cheque a fin de mes, que está trabajando para el Estado o que incluso detesta el concepto en sí mismo de nación chilena, estamos hablando de aquellos sectores de Izquierda más ligados a la defensa del multiculturalismo.


Existe un riesgo de que su propuesta tome el causal equivocado y se transforme en algún experimento nacionalista fallido como los que hemos visto ya en la historia de Sudamérica, pese a que su vocero se apresura en aclarar que no son socialistas. Estas sospechas se confirman, además, con la retórica de sus militantes, como Gaspar Rivas, quien se ha sumado al carro de los ignorantes que vociferan NO+AFP, siendo que el problema de las bajas pensiones excede por mucho el asunto de la eficiencia de las administradoras. Aún no hay suficientes propuestas por parte de este movimiento por ende tendremos que esperar para tener más definiciones, pero resulta imperioso el estar atentos a saber exactamente cuáles son las regulaciones que los nacionalistas proponen para el sector privado y si acaso esas regulaciones puedan ser perjudiciales para el modelo económico o no.

En general, la visión del PSP es bastante inocente frente al Estado y su tendencia de trabajar para sí mismo y no para las personas, no queda claro si esto se puede cambiar o simplemente constituye un mal endémico del mismo. Esperemos que sus definiciones tomen en cuenta estas observaciones y si no lo hacen la crítica debe ser severa.


Puntos de encuentro


Si bien en este primer debate se vieron más choques que puntos de encuentro, hay un punto clave a destacar que tiene que ver con el tamaño del Estado y devolver el dinero a los bolsillos de los contribuyentes. Cuando se trata de la reducción de gasto público vía eliminación de ministerios y reducción de impuestos, si los nacionalistas se toman en serio su deseo de defender el concepto de nación, deberían luchar por dejar de subsidiar todas las actividades multiculturales que los burócratas estatales llevan adelante, y dado que el canon de pensamiento predominante en la actualidad es el deconstruccionista, deberían luchar por eliminar principalmente el Ministerio de las Culturas, el Fondart y el Ministerio de la Mujer, que están totalmente comprometidos con la agenda de género y el multiculturalismo. Acá ambos movimientos podrían combatir el luchar contra ese gasto innecesario e ideológicamente nocivo para el país.


Otro asunto relevante es la perspectiva crítica y escéptica que tanto libertarios como nacionalistas tenemos hacia organismos internacionales que de forma supra-burocrática imponen la misma agenda mencionada en el punto anterior a costa de los contribuyentes de los países que no eligen ni a esos funcionarios ni las políticas que implementan, en dicho sentido estos burócratas externos parasitan el Estado gracias a una suerte de "mandato divino e iluminado" sin que puedan ser removidos o cuestionados.


Finalmente, hay otros dos puntos relevantes de encuentro que no se abordaron en el debate y que podrían ser explotados en una próxima oportunidad, el primero tiene que ver con acabar con la hegemonía de la Izquierda en los liceos y universidades del país para lo cual hay que meterse y competir directamente. Dado que ambas fuerzas aún no logran tener presencia, pueden apoyarse para abrirse un espacio, manteniendo sus diferencias. En segundo lugar ambos movimientos deberían luchar contra el liberalismo-progresista que está infestando a Chile Vamos, y que tiene la consecuencia el ver constantemente a representantes de la Derecha el apoyar ideas progresistas y estatistas. Sin un cambio de actitud de nuestros supuestos representantes, o bien reemplazarlos por gente que sí se tome en serio las ideas, estamos condenados al fracaso.


Referencias:

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