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Las mentiras de Alberto Mayol y el auge de la Escuela Austríaca

Updated: Mar 4, 2020

Por Víctor Espinosa, Ignacio Bustamante, Esteban Viani y Andrés Bruzzone


El miércoles 5 de febrero, Alberto Mayol, el Vicedecano de la Facultad de Administración y Economía de la Universidad de Santiago de Chile, escribió en su cuenta de Twitter una serie de falacias relacionadas a la Escuela Austríaca de Economía. Como estudiantes de esta escuela de economía y dado nuestro compromiso científico con la búsqueda de la verdad, nos vemos en la obligación de refutar las declaraciones expuestas por Mayol.



El profesor Mayol comienza afirmando que “la escuela austríaca… consolida su proceso de especialización en donde se pierde relación con: crisis sociales, elementos normativos, la política y la comprensión de la estructura social”, y más adelante sostiene “luego tienen que incorporar a Keynes colateralmente debido a los desequilibrios económicos… Este nuevo paradigma que, al recortar los problemas sociales, sólo queda a cargo de la comprensión del crecimiento y deja como secundario el problema económico-social”. Esto es absolutamente falso.


Los austríacos centran su programa de investigación en el análisis de los procesos dinámicos de cooperación social que caracterizan al proceso de mercado, dando especial relevancia al papel protagonista que juega en los mismos la función empresarial y las diferentes instituciones que hacen posible la vida en sociedad. Para los austríacos, la función empresarial es la innata capacidad creativa de los seres humanos, quienes tienden a dirigir su intelecto hacia la búsqueda de medios para satisfacer determinados fines.


En contraste con el enfoque neoclásico-Keynesiano que considera que el mercado se encuentra en un equilibrio aquejado de fallas (neo y post Keynesianos), o carente de ellas por ser Paretoeficientes (Escuela de Chicago), los economistas de la Escuela Austríaca consideran que el proceso de mercado basado en el potencial creativo y coordinador de la función empresarial, por definición, nunca puede alcanzar ningún equilibrio u óptimo paretiano.


La visión de la Escuela Austríaca tiene la ventaja sobre las demás porque estudia la economía como una ciencia integrada y multidisciplinaria. Por un lado, la integración se debe al hecho de que los economistas austríacos debieron, previamente, estudiar la teoría económica neoclásica y keynesiana en las universidades. Ludwig von Mises, uno de los pioneros de la Moderna Escuela Austríaca, recomendaba a sus alumnos “lean todo lo que sus profesores les indican leer. Pero no sólo eso. Lean más. Lean todo acerca de un tema, desde todos los puntos de vista”. Por otro lado, Mises consideraba que un buen economista debe ser multidisciplinar y versado en matemáticas, biología, historia, jurisprudencia, filosofía, sociología, antropología y en el manejo de idiomas. Cuando alguien se quejó, aduciendo que nadie lo podía obligar a estudiar todo eso, la respuesta de Mises fue: “nadie le pide o lo obliga a usted a que sea economista”.


Sin ánimo de querer molestar a los economistas y al Vicedecano Mayol, creemos que la falta de conocimiento de la historia y la naturaleza de la ciencia económica afecta, en cierta manera, sus planteamientos teóricos. De hecho, el enclaustramiento en la construcción de modelos por creer que es la manera científica de proceder, haciendo caso omiso a los problemas epistemológicos (“recorte epistémico”, en palabras de Mayol), ha llevado a serios errores de teoría económica.


El Vicedecano continúa diciendo que “el rescate fiscal de las empresas puede ser una necesidad según los economistas (austríacos), pero evitar una crisis social no lo es… no comprenden que la desigualdad produce deterioro de la estructura social, de la legitimidad del pacto social y que genera divergencias y subculturas que terminan por chocar”. Esto es claramente falso y absurdo.


La Escuela Austríaca enfatiza en la demostración de la imposibilidad científica de organizar la sociedad en base a mandatos coactivos (socialismo e intervencionismo). No es posible que un órgano director se haga con la información de primera mano que necesita para dar un contenido coordinador a sus mandatos. La incomprensión del problema insoluble de cálculo económico que plantea el socialismo (y el intervencionismo), ha llevado a estos sistemas, inevitablemente, a la distribución igualitaria de la miseria. En este sentido, Max Weber, en su obra maestra "Economía y Sociedad", insiste en que la conservación y el empleo racional del capital sólo puede asegurarse en una sociedad basada en el intercambio libre y en el uso del dinero, puesto que una economía socialista tendería a la destrucción generalizada de los recursos económicos.


Según The Index of Economic Freedom, aquellos países más reprimidos son precisamente los más corruptos y los más pobres del mundo, desde los cuales la gente tiende a escapar, incluso arriesgando sus vidas. Por eso, los economistas austríacos no sólo fueron los únicos en prever el derrumbe del socialismo real y la crisis sin salida del Estado del bienestar, sino que también fueron precursores en demostrar cómo el socialismo (y el intervencionismo) inducen las crisis económicas, políticas y sociales.


Una economía de mercado es dinámicamente eficiente porque la única forma de prosperar exige que los individuos deban dirigir su intelecto a generar valor para los demás. Los consumidores son los soberanos en el mercado libre, pues, tienen la facultad de enriquecer a los pobres y empobrecer a los ricos. Así, los empresarios deben acomodar la producción a la demanda de la gente mediante las señales que transmiten los precios de mercado, el cálculo económico y la contabilidad.


Mises advierte que los problemas de incentivos en la toma de decisiones del gobierno lo llevan a actuar de forma descoordinadora (no tomamos las mismas decisiones cuando el costo que generan nuestros errores lo pagan los demás). El político no contempla el riesgo del mismo modo que quienes van a responder personalmente de posibles pérdidas. En este sentido, Murray Rothbard indica que el rol del economista debe ser "explicar el funcionamiento de la economía a las personas en general y así evitar que otros oportunistas e irresponsables conviertan el mercado y la sociedad en un caos". La eficiencia dinámica del mercado será efectiva en la medida que la coacción institucional del Estado (intervencionismo y socialismo) no dificulte el ejercicio de la función empresarial y la libre apropiación de los frutos de su acción creadora. Como bien sostenía el gran economista francés Frederic Bastiat, “donde entra el comercio, no entran las balas”.


Las comparaciones entre rentas deberían tratarse en términos de diferencias y no sobre desigualdades, ya que el primer término es neutral a los juicios de valor, mientras que el último no. El término desigualdad es engañoso, puesto que la igualdad en algún aspecto puede significar desigualdades en otros. Igualmente, es más adecuado hablar de estructura de rentas y no distribución de la renta. La segunda expresión no es neutral a juicios de valor, porque supone la existencia de una renta dada y que, además, puede y debe ser distribuida coactivamente. En efecto, la evidencia empírica muestra que una diferencia de rentas más reducida existe tanto en los países más libres como también en los países más reprimidos. Los primeros alcanzaron mayores niveles de “igualdad en la riqueza” a través del impulso institucional a la función empresarial, mientras que en los segundos poseen una “igualdad en la pobreza y la miseria” a través de la coacción institucional y el socialismo.


En consecuencia, Mayol aboga, directa o indirectamente, por la coacción institucional o el socialismo que implica expoliar a la gente el fruto de su trabajo y asignarlos de manera arbitraria (es decir, hacer caridad con el bolsillo ajeno). Por definición, un impuesto “perfectamente” progresivo, destruye la movilidad social, pues, roba todo el excedente de alguien que supera su tramo impositivo. Lejos de promover el progreso e igualdad, estas sandeces eliminan los incentivos para crear y emprender, y se hace a la gente progresivamente dependiente de los políticos, junto con forjar una sociedad fuertemente jerarquizada y pobre.


El profesor Mayol sugiere que “el capitalismo, liberado de toda norma moral, avanza a la

jaula de hierro… y la ley de la máquina es más importante que toda norma social o incluso legal”. Esto es mentira.


La ética del capitalismo es una ética de la propiedad privada y, simultáneamente, es una condición necesaria y suficiente para el progreso de los países, entendido como la ampliación del rango de alternativas abiertas a las personas. Es una condición necesaria porque, en una economía sin barreras de entrada, la propiedad privada impulsa la creatividad de los individuos y la cooperación social. Otra vez, la única forma de prosperar en el capitalismo es orientando el intelecto individual hacia la satisfacción de las necesidades de los demás. La ética de la propiedad privada también es una condición suficiente, puesto que un entorno institucional de seguridad física y jurídica favorece el ahorro, la inversión y los intercambios mutuamente beneficiosos. La competencia empresarial condiciona la reputación de sus participantes a su eficiencia dinámica para satisfacer los requerimientos de los demás. Por el contrario, restringir la acción humana dañando el derecho de propiedad es dinámicamente ineficiente y profundamente inmoral, pues, la coacción institucional es el corazón de la corrupción que propicia la concentración del poder económico y menoscaba el bienestar social. De ahí que el socialismo y, en general, el intervencionismo económico del Estado no sólo es dinámicamente ineficiente sino además éticamente reprobable.


Por último, el vicedecano concluye que “la escuela austríaca tiene mucho que ver con el Big Bang del neoliberalismo en Chile”. Otra vez, esto es mentira.


El término neoliberalismo fue propuesto por el teórico marxista Alexander Rüstow, en una conferencia de 1932, para describir un sistema intermedio ("the middle way”) entre el socialismo marxista y el capitalismo liberal, es decir, una economía socialista o intervenida.


Mises señaló claramente que “no existe una economía mixta, un sistema en parte capitalista y en parte socialista. La producción o la dirige el mercado o es ordenada por los mandatos del órgano dictatorial, ya sea unipersonal o colegiado”. Todas las soluciones intermedias son inestables, pues, las descoordinaciones y conflictos sociales que crea la coacción del órgano director en el mercado tiende a justificar políticamente dosis cada vez más elevadas de intervenciones que, como toda droga, produce adicción y rigidez intelectual en un rumbo hacia la servidumbre y la miseria socialista.


En síntesis, la Escuela Austríaca no tiene relación con el neoliberalismo. De hecho, los economistas austríacos critican la esencia coactiva del neoliberalismo y su inminente degeneración hacia el socialismo marxista, junto con revelar los problemas teóricos y prácticos del credo intervencionista. Estas aclaraciones teóricas facilitan la comprensión sobre los orígenes coactivos que han propiciado la crisis actual y, además, las oportunidades de mejora hacia un Chile más libre, próspero y en paz.


Atentamente,

Victor Espinosa, Ph.D. (c) in Economics, Universidad Rey Juan Carlos.

Ignacio Bustamante, M.A. (c) in Economics of the Austrian School, Universidad Rey Juan Carlos.

Esteban Viani, M.A. (c) in Economics of the Austrian School, Universidad Rey Juan Carlos.

Andrés Bruzzone, M.A. (c) in Economics of the Austrian School, Universidad Rey Juan Carlos.


REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS


Huerta de Soto, Jesús. (1992). Socialismo, Cálculo Económico y Función Empresarial. Madrid: Unión Editorial S.A.

______ (2012). La Escuela Austríaca: mercado y creatividad empresarial. Madrid: Síntesis S.A.

Mises, Ludwig. (1949). La Acción Humana: tratado de Economía. Madrid: Unión Editorial S.A.

______ (1962). Los Fundamentos Últimos de la Ciencia Económica. Madrid: Unión Editorial S.A.

Miller, T., Kim, A., Roberts, J. (2019). 2019 Index of Economic Freedom. Washington D.C.: The Heritage Foundation and The Wall Street Journal.

Mises, Margit. (1976). My years with Ludwig von Mises. New Rochelle, NY: Arlington House.

Rothbard, Murray N. (1962). El Hombre, La Economía y El Estado: tratado sobre principios de economía. Madrid: Unión Editorial S.A.

______ (1970). Poder y Mercado. Madrid: Unión Editorial

Hartwich, O. M. (2009). Neoliberalism: The Genesis of a Political Swearword. CIS Occasional Paper 114, 21 May 2009. St. Leonards, Australia. (5 August 2009) www.cis.org.au/temp/op114_neoliberalism.pdf

Weber, Max. (1978). Economy and Society. Berkeley: University of California Press.

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2 Comments


Carlos Mallagaray
Carlos Mallagaray
Feb 21, 2020

Claro, según se desprende del texto, la escuela austriaca no tiene en cuenta el factor humano: limitaciones de su estrato social, sentimientos personales ante la frustración de ser exclusivamente consumidor, por ejemplo. Y que decir de aquellos poco hábiles de nacimiento: son desplazados a la cuneta por su poca suerte de nacer en cuna de plástico, lo naturalmente, provoca sentimientos de ser abusado, esclavoizado por su suerte y pocas oportunidades de crear un negocio lucrativo para las necesidades consumistas de un sistema que lo absorve.

Si, la escuela austriaca se ha explicado muy bien en el artículo, plagado de prejuicios contra otras economías que abogan por el bien común comprendiendo que la economía es una ciencia humanista, no matemática, precisamente…

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Michael Osvaldo Cañete Álvarez
Michael Osvaldo Cañete Álvarez
Feb 18, 2020

Me encantó su columna, expusieron bastante bien el aporte y contribución de la escuela austriaca. La escuela austriaca es la más completa, ya que como lo mencionaron ustedes es una escuela integrada y multidisciplinaria. Es una vergüenza que Mayol al ser un académico de universidad prefiera juicios personales que por algo más científico. Siempre que lo leo en twitter tira los típicos estereotipos que en un zurdo común "pasan", pero no en boca de un académico como el.

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