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La colaboración entre civiles y Carabineros como arma contrarrevolucionaria

Por Mario Desbandes


A estas alturas del partido, muchos habrán podido notar que uno de los rayados favoritos de la guerrilla urbana que siembra el terror en las calles de Chile es el ya repetido “ACAB” o “1312” que significan lo mismo: “All cops are bastards” (Todos los policías son bastardos), a lo cual se suman expresiones criollas sobre el tema, las cuales se distinguen por mensajes a los “pacos” y a la “yuta”, que es como se refieren, nuevamente, a las fuerzas de orden chilenas.


Pues bien, ad portas del “plebiscito” que fue impuesto a la fuerza por dicha guerrilla urbana en complicidad con la izquierda política lúcida y la centroderecha ignorante, cobarde e ingenua, me tomaré del tema anteriormente mencionado para dar una pista clave fundamental de resistencia al proceso revolucionario previo a marcar la opción “RECHAZO” en la papeleta en abril, y esto es, REACTIVAR DE FORMA ORGÁNICA Y ESTRATÉGICA LA RELACIÓN ENTRE LA POBLACIÓN CIVIL Y CARABINEROS.



Acá nos enfrentamos a varios problemas que habrá que resolver con paciencia, en primer lugar, los años de inculcación cultural de odio a Carabineros que, si bien escaló transversalmente, es de altísima gravedad en las generaciones más jóvenes. Los motivos son varios, desde las acusaciones de violaciones a los DDHH tanto en dictadura como en democracia, las malas experiencias individuales en el trato con Carabineros que pueden ser grabadas y registradas en la era de la tecnología, casos de corrupción dentro de la institución, etc.


Tras esta inculcación cultural de odio a Carabineros hay una estrategia ideológica clara y fundamental que es de manual para todos los movimientos insurreccionales que tienen un fin establecido, ELIMINAR EL SISTEMA DOMINANTE (esto incluye todo, no solo el económico, sino también el cultural, el espiritual, el estético, el intelectual, el moral, etc.) para MONTAR UN SISTEMA DE DOMINACIÓN PROPIO.


En sus propios términos el ataque al “brazo armado del Estado” es un paso irrenunciable de la revolución, el cual puede extenderse a las fuerzas armadas, ya que la disputa por el poder es lo fundamental y en ello se requieren dos cosas: o se lleva a cabo una revolución de masas o se mantiene a la masa indiferente y sumisa mientras ocurre la revolución. Histórica y doctrinariamente, las vanguardias revolucionarias han aprendido que tienen que apelar a la segunda opción mencionada, sobre todo en grandes democracias liberales sumidas en el éxito económico, como es el caso de Chile.


Esto se traduce en el hecho de que a la hora de enfrentar en tácticas de guerrilla armada y proceder al asesinato de Carabineros, la población civil albergue suficiente indiferencia y hostilidad a su propio cuerpo policial y de esta forma lo deje ocurrir.


En Chile, estamos en el momento exacto en el que podemos despertar antes de que eso pase, de lo contrario, podríamos entrar a una penosa fase de no retorno.


La clave en esto se encuentra ahora, más que nunca, en la sociedad civil, la cual tiene dos caminos no excluyentes, solo que el primero es más común (aunque requiere más trabajo cultural, moral y hasta espiritual) y el segundo es políticamente incorrecto (pero ya ha mostrado huellas de organización espontánea sumamente valiosas), la primera es la CONSOLIDACIÓN DE UNA RECONCILIACIÓN EN EL PLANO DE LO SIMBÓLICO-IDEOLÓGICO ENTRE CIVILES Y CARABINEROS, y la segunda es la INSTAURACIÓN DE UNA MILICIA URBANA DE AUTODEFENSA (no caigan en el pánico, pues ya la explicaremos), lo importante es que ambas vías deben representar una COLABORACIÓN ORGÁNICA Y EXPLÍCITA ENTRE LA CIUDADANÍA Y LAS FUERZAS POLICIALES PARA FRENAR LA REVOLUCIÓN.


La primera de ellas, la reconciliación simbólica e ideológica, carga no solo con la propaganda de odio a Carabineros que la izquierda y el anarquismo han sembrado en Chile por décadas sin contestación, sino que con la visión general de Carabineros como una suerte de empleado encargado del trabajo sucio de las calles, lo cual tiene un origen en todo caso racional, pues se subentiende que ese es precisamente su trabajo, y que su mantención por vía de impuestos legitima esta postura. El problema que se genera cuando ambos elementos se cruzan es la deshumanización de los Carabineros, la indiferencia al hecho de que tengan vida, que tengan una familia que cuidar y alimentar, y que están expuestos en contextos de guerra irregular callejera a ser heridos, mutilados y quemados de forma horrible.


Los civiles TIENEN que estar LÚCIDOS en materia del resguardo social, pagar impuestos faculta a que se exija un buen servicio de la policía, pero eso no quita toda la responsabilidad a los individuos que conforman la sociedad de preservar la seguridad, en especial aquellos que creen en un sistema ideo-político que tiene la libertad, la vida y la propiedad como valores fundamentales. Esta vez NO SE PODRÁ ESPERAR QUE OTROS ACTÚEN POR UNO, como pasó en 1973, donde las fuerzas armadas tras escuchar el clamor popular derrocaron al comunismo. Esta vez la forma y fondo de la revolución tienen otras características y el poder político institucional está tan colapsado que las fuerzas armadas parecen estar lejos de la posibilidad de intervenir mientras Carabineros sigue solo haciendo el trabajo sucio (y haciéndolo sin cobertura política, pues el Gobierno les ha restado toda facultad de defenderse por miedo a la ONU y al INDH).


La colaboración ACTIVA Y ANÍMICA de civiles con Carabineros tiene, además, un rol fundamental, puesto que DESBARATA LA NARRATIVA REVOLUCIONARIA, la cual necesita mantener su ficción de “Pueblo” detrás de la vanguardia violentista para poder atacar a las fuerzas de orden EN SU NOMBRE. Si la población civil desbarata ese molde estratégico, la revolución se frustra y colapsa sobre sí misma.


Cómo llevar a cabo esta reconciliación, con ayuda, colaboración en terreno, apoyo con insumos alimenticios o bebestibles, acompañamiento moral en la calle, a ellos y sus familias, ayudando también a familias vecinas que sean familiares de Carabineros en casos de emergencia, también con fuerte activismo ya sea presencial o virtual, por ejemplo denostando a los personajes televisivos que lavan la imagen de los insurrectos y se mofan o insultan a Carabineros. Todo lo que pueda representar un escalamiento y saturación civil de apoyo a Carabineros es de suma importancia.



El tema de la milicia civil es políticamente incorrecto porque obedece a culturas externas a la chilena. En Chile se subentiende que la existencia de Carabineros es para evitar que los civiles tengan que ejercer la fuerza para defenderse. En otros lados del mundo que la ciudadanía pueda conformar una milicia NO ES SINÓNIMO DE ARMAR UN CUADRO PARAMILITAR, aunque en casos agudos como el colombiano, por motivos de subsistencia radical tuvo que tomar ese rumbo.


La milicia civil permite que la misma gente tenga un rol activo en la defensa de sus familias, sus bienes y también su patria, pues se necesita una fuerte cohesión social con valores honestos para que no se corrompa. Originalmente PUEDE ser un foco de resistencia contra un Estado dictatorial, y es legítimo que lo sea pues sus valores que la conforman son los de la libertad (no la falsa libertad de la izquierda que es para instalar una DICTADURA HORIZONTAL, lo cual es muy distinto), pero en casos como el chileno pueden ser muy útiles para armar CUERPOS DE RESISTENCIA en lugares estratégicos que operen en términos de legítima defensa, ocupando siempre cámaras que graben al enemigo como agresor y en ESTRECHA RELACIÓN Y AMISTAD CON CARABINEROS.


Con consideraciones como estas se avanza más en la detención de un proceso revolucionario que solo esperando que gane el “RECHAZO” en abril, lo cual tampoco deja de ser importante, pero secundario.


Mario Desbandes, labrador.

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