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Writer's pictureCEL Chile

Expropiando y controlando #ATodaMarcha: el avance sin freno de la oposición


Por Juan Cristóbal Demian


¿Se acuerdan de las expropiaciones en la Unidad Popular? Volvieron en forma de fichas.

Mientras la opinión pública se centra en cosas de mayor o menor relevancia de la contingencia nacional, con mucho sigilo y ante la impavidez del Gobierno, la oposición parece estar avanzando en su agenda como si estuviera en el poder.


En tanto los diputados de la ex Nueva Mayoría se regocijan como en los viejos tiempos ante las delicias que les ofrece la idea de “expropiar”, la izquierda millenial de Starbucks, hamburguesa de soya y casa okupa liderada por Revolución Democrática se junta con líderes de los movimientos más desastrosos del mundo a replantearse como controlar y dirigir la sociedad.


Bajo el viejo y pésimo argumento del “interés nacional” que rara vez es definido de forma convincente, el pleno de la izquierda criolla avanza en la regulación de los precios de los fármacos y otros productos de la salud, incluyendo la expropiación de ellos con patente y todo, al igual que los yacimientos de litio, donde el problema se suma a la jugarreta política de castigar a SQM.


Si esto se permite, se abre la caja de pandora para declarar cualquier cosa “de interés nacional”, y es que por cierto a la izquierda histórica y doctrinariamente no le puede importar menos el “interés nacional”, cuando el verdadero interés nacional es que el litio sea productivo en un mundo en el que los recursos naturales son cada vez más caducos y que el respeto por las patentes sea considerado intocable para que la lentísima innovación que existe en este país se vea por lo menos sin riesgo de amenaza de robo a mano armada por los políticos progresistas.


El fetichismo de expropiar es un gustito que se están dando nuestros parlamentarios socialistas y comunistas, tratando de ganar por secretaría lo que nuestro orden jurídico les negó una vez que fracasó la Unidad Popular, cuando la izquierda chilena se dio festín oprimiendo a los trabajadores sensatos y a los generadores de riqueza, pero se ríen si uno les indica que miren a Venezuela, el paraíso de las faltas de respeto a la propiedad privada.


Pero a la hora de ponerle trabas a la Ley Aula Segura, que sí es de interés nacional urgente, se amparan hipócritamente en nuestra Constitución, interpretada a su antojo, todo para congraciarse con aspirantes a guerrilleros urbanos que poco y nada tienen de estudiante y poca o nula consideración merecen por su disposición a quemar vivos a los que no los acompañen en sus fantasías ideológicas, y es que el voto de los papás y amigos de esos “jóvenes idealistas de overol blanco” es muy importante para Yasna Provoste, Daniel Núñez y todo ese combo de progresistas de viejo cuño.


Pero la centroderecha tampoco hace bien la pega, por ejemplo, tres diputados de Chile Vamos apoyaron la moción populista de expropiar el litio, seguramente por su nula comprensión de los procesos políticos, dando el visto bueno a retórica propia de Salvador Allende, pero renovada, porque para ellos mientras la cosa sea negociada, todo bien, ya que es la única imagen que parece importarle a Chile Vamos, la de la pseudo caballerosidad de los acuerdos.


Pero también parece haber bastante de gusto por el zarpazo fiscal a la sociedad civil desde la derecha socialdemócrata, no en vano fueron ellos los que decidieron cobrarle un 10% de impuestos a las plataformas digitales, lo que nos llevó a quedarnos sin oficina nacional de Amazon en el país; realmente cuesta imaginarse cómo fue que los personeros del Gobierno tuvieron la cara de explicarle tal tasa impositiva a los negociadores de dicha empresa mirándolos a los ojos; o fue con mucha vergüenza o fue con el desparpajo que tendría Nicolás Maduro para justificarse. Sinceramente a nadie podría extrañarle que los emisarios de Jeff Bezos salieron corriendo espantados a Colombia.


Finalmente, como si fuera poco, la corrección política santurrona de casi todos los sectores se empeña en dar opiniones irrelevantes sobre el fenómeno de Jair Bolsonaro en Brasil, y las juventudes izquierdistas de buen pasar, las mismas que en sus acrobacias feministas y migracionistas se encierran con más ganas en su porfía de ‘deconstruir’ la sociedad, fantaseando con ver a un Chile convertido en las tendencias de Tumblr pero en formato popular, al amparo de Revolución Democrática se dan el gusto de gestar en Santiago un ‘festival’ llamado #ATodaMarcha, al cual vienen invitados de los movimientos más fracasados del mundo, desde los empobrecedores frentes amplios sudamericanos a la pandilla violentista insurreccional de Syriza que mostró lo más nefasto de la crisis griega, pasando por las lumbreras del papá del Frente Amplio en España, Podemos, cuya súper estrella, Iñigo Errejón, presentado como un rockstar por cierto, dijo que en Venezuela había colas por exceso de dinero.


A punta de feminismo entre buena onda e histérico ahora empiezan las leyes para controlar el internet con la famosa “ley pack”, que justifica la intrusión del Estado en terreno que es meramente de disputa entre particulares, la libertad de enviar imágenes pornográficas a otro ciudadano conlleva la responsabilidad de confiar en él, si se falla, activar al Leviatán para que busque al que se porta mal es digno de las más añejas fantasías del comunismo de guerra fría, pero ahí está la idea, y seguro será aplaudida por cualquier panelista de matinal porque ‘es demasiao’ choro la conciencia que hay ahora’, y de los activistas que leen las noticias mejor ni hablar.


Además la apropiación irritantemente flagrante que harán de los ‘espacios culturales’ en el festival de RD, no hará más que enardecer a los jóvenes de las comunas populares donde van a mandar a sus artistas a implantar ideas de odio que empiezan a germinar en las mismas casas de los jóvenes, acentuando una discordia generacional cada vez más agobiante y cansadora.


Es muy difícil no encontrarle razón al siempre certero Axel Kaiser cuando dice que son las elites las que alimentan estas olas reaccionarias que potencian al primero que pone algo de orden y devuelve la esperanza de crecer y progresar en base al más simple sentido común, es decir aquellos a los que llaman fascistas todos los que están cómodos en la centroderecha sonriendo para las fotos, en la centroizquierda embriagados por chuparle la sangre al Estado, y en la ultraizquierda que quiere convertir a Chile en una casa okupa llena de marihuana, pachangas y molotov.


El descaro de pedirle tanta paciencia a la gente tiene un costo, y que lástima que el actual Gobierno no tenga la capacidad ni la voluntad de ser el cobrador, porque eso significa que va a estar dentro de los cuales tendrán que rendir cuentas por estos desastres legislativos y culturales que estamos viviendo.


*Juan Cristóbal Demian es cientista político de la Pontificia Universidad Católica de Chile. Se desempeña como Coordinador General y columnista del Centro de Estudios Libertarios.

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