Por Juan Enrique Camus
El día 14 de noviembre de 2021 Javier Milei logró ser electo diputado por la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, logrando un hito para el movimiento libertario en América Latina, por primera vez un líder que emergía únicamente del movimiento contracultural de las derechas en internet, había logrado representación política real en un país del hemisferio.
Inmediatamente, la prensa no tardó en catalogar a Milei como un representante de la "extrema derecha", equiparándolo con figuras como Donald Trump y Jair Bolsonaro. Se daba el mensaje de que un fanático opositor a los derechos de las personas obtenía una cuota de poder.
Una primera cosa que llama la atención de este tipo de declaraciones irresponsables es que quienes las emiten desprecian sin ningún asco a los votantes de líderes como Milei, Trump o Bolsonaro; no queda claro si para la prensa y la izquierda esos votantes es como que no existieran (ahí entra la teoría de los bots y de supuestas trampas electorales como hackers rusos), o bien son todos "fascistas", por ende no tendrían derecho a votar (si es que de frentón no se los encarcela), o bien están siendo "engañados" y "contagiados" por los poderes fácticos del fascismo ultra-empresarial eclesiástico megapoderoso que gobierna en las sombras, y por lo tanto esos votantes requieren ser salvados mediante encierro en manicomios o campos de reeducación.
Por otra parte, es cierto que Milei, Trump y Bolsonaro tienen un elemento común, son parte del fenómeno de respuesta a la dictadura progresista que gobierna Occidente, un fenómeno que ha sido llamado "derechas alternativas", pero hay que hacer aquí dos puntos: primero, la etiqueta "extrema derecha" es una completa farsa para descalificar a este fenómeno, y segundo, Milei, a diferencia de otros líderes de la derecha alternativa, representa a la ideología libertaria, la que es de frentón distinta de otras posturas.
En primer lugar, no existe una "extrema derecha", se le suele llamar así para que la gente se imagine a una cuadrilla de neonazis calvos golpeando a personas en la calle y llevando al poder a algún dictador con ideas parecidas a las de Hitler. Esa imagen no pasa de ser mera propaganda sin sentido. De partida, el fascismo poco y nada tiene que ver con los proyectos de derechas alternativas, los cuales tienen como principio quitar poder de decisión al colectivo y al Estado y validar al individuo y la sociedad civil.
Además, la dureza que muestran líderes como Trump y Bolsonaro tiene que ver más que nada con hacer respetar la soberanía nacional y sostener el Estado de derecho, algo que es completamente de sentido común, pero que parece no serlo para una izquierda que se desplaza cada vez más hacia la izquierda (valga la redundancia) a una velocidad abrumadora. Y es que si ya la izquierda ha llegado al punto en el cual uno es fascista solo por no aceptar la cuestionable existencia de un creciente número de géneros y la entrada masiva de miles de inmigrantes que ponen en peligro la seguridad pública, entonces no hay nada más que hablar. Las derechas alternativas solo han venido a reposicionar en el espectro mínimos comunes de civismo, si eso es considerado "extremo" no es responsabilidad de las derechas, sino de las izquierdas por su involución a un fanatismo insano.
En segundo lugar, no todas las derechas alternativas tienen los mismos principios, el libertarismo es una ideología específica dentro de ese mundo, incluso algunos postulan que es algo más allá de la derecha, ya que su objetivo es luchar precisamente por la autonomía de las personas respecto del Estado, incluso cuando el estatismo viene desde la derecha, especialmente la centroderecha socialdemócrata que lo único que ha hecho ha sido proteger a grupos económicos en desmedro del libre mercado y alimentar la narrativa izquierdista al comprar el discurso de la "igualdad" o la "justicia social".
El libertarismo cree en el respeto del proyecto de vida del otro, a menos que ese proyecto de vida atente contra la vida, libertad y propiedad de sus semejantes. Milei ha tenido un discurso incendiario, su modo de enfrentarse a las elites progresistas ha sido combativo, y por eso la prensa aprovecha de intentar exhibirlo como una especie de lunático fascista, y es que Milei debe usar un tono fuerte para decir verdades nítidas que la corrección política ha prohibido, porque de otro modo estas verdades no podrían entrar de nuevo en el cuerpo social, pero una vez en el poder los libertarios no usaremos la fuerza para coaccionar a la ciudadanía, sino para devolverles la libertad de entablar sus proyectos de vida sin el acoso económico del progresismo empobrecedor, resguardando también la libertad de expresión.
En resumen, el mito de la extrema derecha consiste en hacer creer que las nuevas derechas quieren establecer una dictadura fascista sobre los países, sin embargo en la práctica es todo lo contrario, las nuevas derechas emergen como respuesta contra la dictadura progresista y su lucha es por devolver la libertad y dignidad a los ciudadanos. Aún más, la ideología libertaria tiene una larga tradición en este sentido, cree en la libre asociación y en los contratos, defiende la voluntariedad, la individualidad y la propiedad privada, si somos combativos como Javier Milei es porque hemos entendido que hay que ser valientes en esta lucha contra el empobrecimiento general de nuestras sociedades y debemos hacernos escuchar para devolverle la esperanza a millones de personas que quieren salir de la servidumbre y la miseria.
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