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Chile (NO) Vamos: una fractura necesaria

Por Nicolás Palma


Tras el anuncio de la UDI de restarse de la coalición electoral “ChileVamos”, y la división interna de RN sobre votar o no en favor de una Nueva Constitución, muchos han respondido cabizbajos y decepcionados afirmando que se trata de una jugada mezquina, que “no se debe dividir al sector”, y que hace peligrar innecesariamente la mal llamada “unidad”.


Por el contrario, en esta columna se defenderá la tesis de que la “unidad” es un gran mal que le ha pesado a la Derecha, que a diferencia de la Izquierda que vive fraccionándose, le falta más espíritu autocrítico y luchar por los principios, aún si eso implica pelearse en el corto plazo.



¿UNIDAD, PARA QUE?


Este Gobierno ha sido, como mínimo una decepción para sus votantes y como máximo una traición. Hacer un recuento es para reír o llorar: Ley de identidad de género, alzas en impuestos, más ministerios y gasto estatal, todo sin mencionar la constante retórica feminista del Gobierno, que se ha tragado por completo el cuento de la cultura opresiva, sin decir nada sobre el atropello que se da en los más jóvenes al Derecho Humano básico de la presunción de inocencia. Por último mejor ni hablemos de la lucha contra la delincuencia.


Siendo totalmente realistas es posible decir que un Gobierno de Guillier a la luz de los hechos habría sido menos peor. Piñera no se atrevió a tocar la reforma tributaria de Bachelet, ni la reforma educacional, ni la laboral. Simplemente fue un consolidador del proyecto bacheletista, con nueva constitución incluida.


Entonces cabe preguntarse realmente cuál es el fin de la “Unidad” si quien maneja la agenda es la Izquierda cultural, ¿Hay algún principio ideológico que la Derecha en teoría tenga que no haya agredido en este Gobierno? Se ha dedicado a gobernar para los tuiteros de Izquierda y luego para los violentos en las calles.


Tanta “unidad” hizo perder el foco que la política no es ganar elecciones, sino que consiste en liderar un país en pos de un proyecto histórico. Tanta falta de autocrítica transformó a la Derecha en garrapatas que solamente están en política para enriquecerse y no para plasmar una visión país, ni un Chile mejor. Ellos se acostumbraron a sobarse el lomo y decir que todo estaba bien.


Pero a la hora de la verdad se ven como son realmente las personas. Con una soltura increíble los timoneles de RN y de Evópoli que se supone fueron electos para defendernos, han empezado a usar las tachas con las que por años hemos sido estigmatizados por la Izquierda, tales como “ultraderechistas”, “misóginos”, “extrema derecha”, “defensores de los abusos”, solo por oponernos a un acuerdo viciado nacido desde la violencia anarquista insurreccional, el que encima coronaron con privilegios cuoteados post-elección para grupos que al progresismo ideológico le acomodan.


Todo esto demuestra que nunca fueron nuestros aliados. Estaban ahí para las cámaras y luego nos acuchillaron por la espalda, ¿Para esto teníamos unidad? A diferencia de la Izquierda que tiene el problema de fraccionarse demasiado, la Derecha tiene el problema de no fraccionarse nunca, todos son “Yes Man” del presidente o de quien tienen arriba. Así no se puede, nunca va a haber un despertar ni un norte claro, siempre seremos los que buscan que los objetivos de la Izquierda no sean tan malos.


¿QUE HACER?


Como se ha manifestado en columnas anteriores [1], es preferible morir con las botas puestas que entregar el país y la dignidad a personas que no darían un peso por nosotros, se debe votar que NO en el plebiscito por una nueva constitución. Una victoria le quitaría el piso de legitimidad que hoy goza la violencia anarquista. Y si se pierde, al menos se puede tener la tranquilidad moral de no haber apoyado el colapso de la institucionalidad chilena.

Los traidores de la derechita cobarde que propiciaron este escenario deben ser denunciados y eventualmente sacados de las posiciones de Poder, no importa quedarnos sin diputados, no debemos seguir votando por el mal menor asustados pensando que podría ser peor, Piñera demostró que eso no funciona. Y de las cenizas debe surgir una verdadera Derecha que sí tenga un norte ideológico duro como lo tiene Vox en España o el Partido Republicano en Estados Unidos. No le tengamos miedo a los fraccionamientos internos, al menos son indicio de que estamos pensando. Hoy el grupo más fraccionado es el anarquismo de Izquierdas en Chile que posee decenas de vertientes [2], ¿Alguien podría decir que no tienen Poder?


Y lo más importante: Dejemos de pensar que la política se reduce a ganar elecciones. Veamos qué está pasando en la cultura, como pudo ser posible que feministas radicales sean referentes del país en el extranjero. Despertemos acerca de lo que verdaderamente es hacer política.


Referencias:

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